Notas acerca de la “colombianización” de México I

Publicado: 27 diciembre 2011 de blades en Crisol -Columnas, crónicas, comentarios-

Jorge Eduardo Suárez G.

México tenía 15,2 millones de habitantes en 1910. Para 1920 la población disminuyó a 14,3 millones. Este descenso demográfico es una secuela del proceso revolucionario desarrollado entre 1910 y 1917.

En un estudio realizado en 1993 por los mexicanos Manuel Ordorica y José Luis Lezama, se calculaba en 1,4 millones las muertes ocasionadas por la primera gran revolución del siglo XX. Se produjeron además 1,1 millones de nacimientos frustrados y más de 400 mil emigrados. En total fueron aproximadamente 3,4 millones de vidas afectadas por la violencia. Si el número de víctimas es sorprendente, los contornos que adquirió la violencia fueron dantescos: masacres, incendios, desplazamientos, ejecuciones extrajudiciales -siendo las fuerzas del orden ganadoras en crueldad y sevicia-.

La hegemonía de 70 años del partido surgido de la Revolución -PRI-, dotó a la sociedad mexicana de cierto grado de estabilidad sociopolítica, igualdad económica y soberanía nacional. El pueblo mexicano no vivió la seguidilla de invasiones imperialistas, dictaduras militares y guerras civiles que sufrieron buena parte de los países latinoamericanos de Centro, Suramérica y el Caribe durante el siglo XX. Sin embargo, cuando el estado de cosas fue amenazado por los sectores populares movilizados, el partido de gobierno mexicano respondió con un desmedido uso de la fuerza. La “guerra sucia” contra las organizaciones de izquierda desarrollada por las fuerzas de seguridad del Estado en las décadas del sesenta y setenta, dejó entre 500 y 1000 desaparecidos.1

Cuando los estudiantes mexicanos se levantaron en 1968 reivindicando democracia, el establecimiento respondió con la masacre del 2 Octubre en la Plaza de las Tres Culturas, en la que murieron una cifra aún indeterminada de jóvenes.

Éstos y otros ejemplos dan luces sobre una de las ideas que quiero plantear: La menor circulación social de la violencia en México durante buena parte del siglo XX -en comparación con otros países de América Latina- provenía de una eficaz combinación entre coerción y consenso ejercida por el partido de gobierno durante 70 años. Los atisbos de violencia desproporcionada -incomparablemente menores frente a los 30.000 desaparecidos de la dictadura militar argentina- funcionaban como una ajuste de tuercas de la maquinaria corporativa. El PRI ordenaba antidemocráticamente la sociedad sin llegar a ejercicios represivos de largo aliento como el pinochetismo, el Somozismo o el Trujillismo.

Ante el colapso de la “Dictadura Perfecta” -término acuñado salameramente por Vargas Llosa en el momento de un PRI triunfante- la sociedad Mexicana se niveló a sus pares latinoamericanas.

Colapsada la cortina de hierro mesoamericana, la nación quedó expuesta de nuevo a las aventuras imperialistas de su vecino del norte. Se niveló también con sus pares latinoamericanos en cuanto a tragedias, víctimas y violencias internas.

En los últimos 5 años van 100.000 muertos en una sangría desatada por el narcotráfico y las fuerzas estatales, auspiciada por el consumo de drogas y tráfico de armas que tienen como eje los Estados Unidos. Esas muertes y el grado de sevicia con que se ejecutan recuerdan los 200.000 muertos de la guerra civil colombiana de mediados de siglo XX. Traen a la memoria las macabras escenas de los regímenes burocrático autoritarios del Cono Sur en la segunda mitad del siglo XX. Vuelven a la memoria las escenas de terror causadas por los dictadorzuelos del “bestiario tropical”.

Antes que de colombianización, creo es más pertinente hablar de la latinoamericanización de México. Ahora compartimos males y compartidas deberán ser las soluciones.

1La “guerra sucia” es un término acuñado por académicos y organizaciones de derechos humanos para dar cuenta de un período en el que las fuerzas de seguridad del Estado emplearon métodos ilegales de combate a las organizaciones de izquierda y movimientos populares, en el marco de la generalización en el continente de la Doctrina de Seguridad Nacional. La cifras oficiales hablan de 500 desaparecidos. Las organizaciones de víctimas y familiares hablan de 1000 aproximadamente.

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